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septiembre 1, 2010

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Mi vecino Luis

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Mi vecino Luis.

Cuando tenía 21 años, vivía sola en un departamento en la ciudad mientras estudiaba en la universidad. Mis padres tienen un rancho en un poblado cercano y varias propiedades y negocios, por lo que no tenía problemas económicos y solo me dedicaba al estudio. Soy morena clara, de cabello rizado, buenos senos y unas nalgas bien redondas y paradas. Claro esta que a esa edad y viviendo sola, ya había tenido varias parejas sexuales. Un sábado mientras tendía mi ropa recién lavada en el patio de servicio (no me gusta tener personas extrañas en mi casa, por lo cual compre una lavadora automática con secadora), observé que alguien me veía desde una ventana que daba a mi patio de servicio, era un chico que acababa de entrar a la secundaria, llamado Luis, sólo su ventana daba a mi patio de servicio, me llamó la atención que siempre que lavaba mi ropa, el se asomaba por su ventana a espiarme, eso me excitó y se me ocurrió darle un buen show, el siguiente sábado, salí a lavar mi ropa en un diminuto short, y una blusa blanca de licra muy ceñida al mi cuerpo, y lavando, me moje toda la blusa para que se transparentara, pero vi que necesitaba mas, así que me quité la blusa, dejando mis senos al aire, me quedé así unos minutos y después entre a la casa, pensando que Luis se estaba masturbando en mi honor, el siguiente sábado salí a lavar en bata y después me la quité, quedando únicamente en un pequeño bikini. Cada sábado hacía lo mismo, pero nunca me quede completamente desnuda y pensaba como Luis se masturbaba pensando en mi. Un día fui a la tienda y ahí estaba Luis y nos saludamos, mientras hacía mis compras, Luis no me quitaba la vista de encima, Doña Rosa, la de la tienda le dijo a Luis que le echara ganas a las matemáticas, entonces le pregunte a Luis.

– ¿A poco tienes problemas con matemáticas?

– Si� no me gustan. � Yo estudiaba ingeniería en informática, así que me ofrecí a ayudarlo en la materia.

El aceptó gustoso y quedamos de vernos los martes y jueves a las cinco de la tarde en mi casa. Ese martes, llegó muy puntual, yo lo recibí con un pantalón de mezclilla y una blusa azul muy holgada sin sostén, cuando le empecé a explicar me recargue sobre la mesa y la blusa se colgó y Luis clavó los ojos dentro de mi blusa, me gustaba ver como trataba de disimular su mirada y nerviosismo, otro día lo recibí en minifalda y nos sentamos en el suelo, yo dejaba que me viera mis pantaletas. Cada día que iba a su clase de matemáticas le dejaba ver mi cuerpo y me excitaba ver como se ponía nervioso.

Un día llego a su clase y le comente que iría a la playa con mis amigos y que necesitaba que me ayudara a escoger mi traje de baño, tenía tres, uno de una sola pieza, que fue el primero que me puse y salí a modelárselo, sus ojos desorbitados me excitaron, me sentía bella, admirada, deseada, entre a mi recamara a cambiarme y me puse un bikini blanco, bastante conservador, me cubría bastante, pero dejaba ver mis tetas mas grandes de lo que eran en verdad y dibujaba muy bien mi cintura, note como un bulto crecía debajo de su short, reí y entre a mi recamara a cambiarme, me puse otro bikini, el sostén lo sujetaban unas tiras al cuello y espalda, y unos pequeños triángulos que apenas cubrían mis pezones, abajo otro pequeño triangulo cubría mi vagina con unas tiras amarradas a los costados; Luis apena podía pronunciar palabra, no creía lo que veía y faltaba lo mejor, me di vuelta y sólo una tirita que se perdía entre mis nalgas era todo lo que me cubría.

– ¡Ese!, con ese bikini te ves muy bien � dijo balbuceando.

Ese día platicamos, de varias cosas menos de matemáticas y yo me quede en bikini, me gustaba ver su mirada sobre mi cuerpo, me pare en varias ocasiones para que se deleitara con mis nalgas. Al martes siguiente lo recibí en un diminuto short de mezclilla y una blusa de botones al frente y sin sostén, se me notaban los pezones, ese día decidí ser más atrevida y lo enfrente, le dije.

– Luis, el sábado me di cuenta que me espías cuando lavo mi ropa.

– No� si� bueno, es que� eres muy linda, me gusta verte. � dijo temeroso.

– ¿Y que haces después? � Le pregunte.

– ¿Después de que? � preguntó nervioso.

– Cuando me ves casi desnuda, ¿Qué haces después?, ¿Te masturbas?

– Si, me excitas mucho. � Contestó.

– ¿Quieres verme ahorita? � le pregunte.

– Claro, sería maravilloso. � Contesto nervioso.

– ¿Te gustaría quitarme la blusa?.

– ¡Claro que si!.

– Hazlo sin tocarme las tetas. � Me acerque a el y sus manos temblorosas de emoción me desabrocharon los tres últimos botones de la blusa.

– Despacio, ve abriendo la blusa poco a poco. � le dije.

Así lo hizo, abrió mi blusa y mis tetas quedaron a su vista con mis pezones marrones coronando mis grandes tetas. Las observó extasiado, sus manos deslizaron mi blusa de mis hombros y cayó al suelo detrás de mí.

– Ahora quítame el short. � Le dije.

Sus dedos batallaron con el botón de mi pantaloncillos de mezclilla hasta que logró desabotonarlo, bajó el cierre y comenzó a deslizarlo suavemente hasta que cayeron a mis tobillos, moví mis pies y lo hice a un lado, quedando solo en unas pequeñas pantaletas, gire lentamente para que me viera por todos lados y me senté en el sillón frente a él, mirando su entrepierna noté que su verga la tenía al máximo, subí mis pies al sofá y separé mis piernas, mis pantaletas apenas podían cubrir los labios de mi vagina.

– Y cuando me espías desde tu ventana, ¿que haces al verme así? � le pregunte con voz sensual.

– Yo� me� masturbo. � contestó tímidamente.

– Quítate la playera � le ordene y rápido obedeció � ¿y que esperas para hacerlo? � le dije.

– ¿Qué? � sus ojos se desorbitaron.

– ¿No estas caliente? � le pregunte con voz muy melosa y sensual.

– Si� mucho�. � contestó.

– Entonces ¿por qué no te masturbas? � metió su mano debajo de su short y comenzó a masturbarse.

– Quítatelo, quiero verte. � y sin decir nada que quitó su short y su verga bien erecta quedó ante mi vista y siguió masturbándose.

Yo lo veía excitada, pensaba en lo que el se imaginaba que me hacía, al mismo tiempo que me acariciaba mi clítoris dándome yo misma placer. Me pere frente a él y le dije.

– Quítame mis pantaletas, por los costados, sin tocarme.

Con sus manos temblorosas me empezó a bajar mis pantaletas, su emoción crecía cuando veía mi vagina quedar al descubierto frente a sus ojos. Cuando me la quitó por completo volví al sofá y abrí mis piernas mostrándole toda mi vagina, mis labios marrones y su interior rosadito y húmedo. Su mano se apresuró sobre su verga y pronto terminó, deteniendo en sus manos la mayor cantidad de su leche y sólo unas gotas cayeron al piso, se dirigió al baño a asearse y cuando salió yo traía puesto una bata y le dije que era hora de irse y que nos veríamos él jueves, su cara se iluminó con una sonrisa.

Así continuaron sus visitas martes y jueves, a veces veíamos matemáticas, a veces nos veíamos desnudos y nos masturbábamos, nunca lo deje que me tocara ni tetas y vagina, sólo acariciaba mis piernas y en algunas ocasiones le permití que me tocara las nalgas, sin embargo me ponía en todas poses que a él se le ocurrían, también le permití arrojar su leche sobre mi cuerpo, a excepción de la cara, experimento por todos lados; hasta que llegó el verano, terminé mis estudios y partí de esa ciudad y jamás lo he vuelto a ver.


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2 respuestas

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