Soy trans soy Valeria y esta es mi historia parte 5
Tan perfecto que estaba yendo mi día y arruinarlo de esa manera, me encerré en mi cuarto, me tumbe en la cama, me tape furiosa en las cobijas, grite ahogando el sonido en la almohada, estaba greñuda, era un ogro, pues quien no se pondría así después de darse cuenta que un vago asqueroso se estaba garchando a tu propia madre y está muy campante como si nada estuviera pasando, por la casa en una bata mostrando los pezones, transparentando todo, sonriendo recién complacida, como odiaba mi familia en este momento, me daban asco! Y más coraje el whatsapp y el sonido de los mensajes no paraba, me hizo chascar los dientes de coraje, tome mi celular y comencé a leer, unos de compañeras del colegio, uno que otro chico queriendo quedar bien conmigo, personas que ni sabía quiénes eran, pero de entre todos uno llamo mi atención pues la foto de perfil era el logo de la tienda de zapatos a donde suelo ir cuando voy de compras, lo leí con detenimiento, tenía ya mensajes pasados, ni cuenta me había dado que ignore tanto tiempo esa conversación.
Me tranquilice un poco aun estando debajo de las cobijas mirando mi cel., pues muchas fotos de zapatitos aparecían, taconcitos, sandalias, tenis, botas, muchos comenzaron a llamar mi atención, me imaginaba con ellos puestos y me atreví a contestar los mensajes de la zapatería, ignore como un mes esa conversación y ahora que le envié un breve guiño, no paso ni un segundo para que me devolvieran el mensaje, le pedí me enviara más modelos de los que me gustaban, las fotos parecían como si la persona abriera las cajas de zapatos así sin acomodar ni nada tomara la captura, le hice saber mis pares favoritos y acorde llegar mañana a comprarlos, unas buenas compras me harían relajarme un poco, ese día no cene, me dormí así con ropa y así me desperté.
Me levante greñuda, no me bañe, me hice una coleta, me puse una sudadera hoddie olgada y cómoda, me cambie las braguitas sucias que traía desde ayer acomode todo haya abajo, unos pesqueros ajustados a la pantorrilla y unos tenis los más desgastados y feos que tenía, este día no me quería sentir linda, me quería sentir cómoda, tenía unas ojeras, y ni mis dientes lave, solo gargareé agua y me largue de mi casa.
Me senté hasta el final del bus, en medio de unos gordos que me desbordaban con sus lonjas, no era mi día definitivamente, tanto que al llegar y tratar de zafarme sentía el sudor de los panzones en mis costados, me dio asco pero igual camine a la plaza, tenía planeado fuera una compra rápida, pues ya tenía escogidos mis zapatos y de mi talla del número cuatro, tengo pies pequeños, aunque a mí no me gustan la gente dice que son lindos, me sentía como una sombra caminando entre la gente, seguía enfadada por todo lo sucedido.
Cuando llegue a la tienda mire y estaba cerrada, me asome haciendo casita con mis manos en los cristales estaba todo apagado, solo respire hondo y me relaje, este no es mi día, mañana será un día fabuloso me lo repetía una y otra vez, cuando el señor de la zapatería abrió la puerta me saludo reconociéndome a pesar de verme completamente distinta a otros días.
Zapatero – apenas vamos a abrir dentro de 20 minutos, pasa.
Sentí que era algo sospechoso me invitara a pasar en lo que abrían, pero igual entre de todas maneras sabia gritar fuerte y solo recogería los zapatos y me iría.
Valeria – está bien. Haciendo un gesto con los hombros encogidos.
Entramos, mire las vitrinas, tome asiento con mis manos recargadas en el sillón meciendo mis pies, el señor de la tienda se veía gracioso, ya se veía grande, era gordito, un poco calvo, de nariz y cachetes rechonchos y un bigote puntiagudo se me figuraba a Mario bros el de los videojuegos. Comencé a reírme en silencio yo sola al estar imaginando tonterías, así que en mi mente lo comencé a llamar Mario el zapatero.
Después de un momento, Mario llego con cinco cajas de zapatos, apiladas y haciendo equilibrio. Mi boca se abrió y sentí esa felicidad que da de gastar dinero y comprar cosas, me emocione, el tipo comenzó a sacar los pares revisando que todos fueran de mi talla, para cuando los saco todos, comencé a ver los precios, algunos eran baratos y otros eran muy caros, no me alcanzaría el dinero! A lo mucho me alcanzaría para dos pares, y se lo hice saber pues no pensé que fueran tan caros.
Valeria – señor creo que no me alcanza para llevarme todos jeje. Lo dije apenada pues esperaba que no se enojara el tipo zapatero.
Mario – enserio? Que lastima, que tal que por ser un cliente distinguido compras dos pares y te regalo otros dos pares.
Valeria – enserio!! Pero no señor como cree. Me sentía apenada no estaba acostumbrada a que me regalar las cosas.
Mario – claro! Solo necesitare probártelos, ven.
El tipo parecía muy simpático siempre con una sonrisa y muy servicial y respetuoso, no dude en seguirlo, pues ya sabía que extrañas costumbres tenia al poner los zapatitos, bueno pues si eso lo va a hacer sentir mejor lo dejare.
Nos fuimos a la parte de atrás de la tienda, me senté y como costumbre él se arrodillo frente a mí con las cuatro cajas de zapatos a todo su alrededor, tenía preparado su lugar de trabajo, se remango su camisa, puso mis pies en la parte superior de sus piernas, se alisto para desabrochar mis agujetas mientras yo observaba. Pero recordé que no me había abañado y esos tenis de por si olían ya raro, a veces los usaba para hacer ejercicio.
Valeria – señor me da pena, es que no me bañe vana oler feíto.
Mario – soy un profesional, no se preocupe señorita.
Bueno sobre advertencia no hay engaño, me reí un poco esperando ver su rostro al oler mis pies sudaditos, guacala. Fuchi.
Me dedique solo a observar, para el señor Mario llego el momento culminante, me quito el tenis derecho, mi pie estaba sudadito, me tomo del tobillo subiéndolo acercándolo a su rostro, podía ver su reacción, realizo una inhalación profunda, al parecer le gustaba el olor de mis pies, hizo un movimiento como acomodándose tanto que sentí los bellos tiesos de sus bigotes en la planta, me picaron de tal manera que me dio risa.
Mario – señorita sus pies son hermosos.
Valeria – jeje enserio?
Mario – así es son suaves, delicados y su olor es suave como toda dama debería ser.
Yo solo agradecí mientras seguía observándolo. Me sentí extraña pues al bajar mi pie lo puso justo al lado de su cremallera, al tomar mi tobillo izquierdo me hizo perder un poco el equilibrio haciendo mover mi pie derecho cerca de su entrepierna, como si me aferrara con los dedos de los pies cerca de su parte, el señor Mario solo se dedicó a seguir con su trabajo, aprovecho para quitar según él una pelusita entre mis dedos, sentí como metió su dedo entre mi dedo pulgar y medio, sus dedos eran regordetes y abrían mis dedos, en ese momento mi mente al ver cómo me abría los deditos, sentí como una penetración, comencé a excitarme, pues me tocaba con tanta delicadeza y tocaba lo que nadie ni yo misma exploraba, comenzó a acariciar mi pie, sentía sus dedos masajear desde mi talón hasta los dedos, acerco mi pie a su nariz y ya de manera más descarada sentía su inhalación profunda, no podía creer que estuviera oliendo mis pies y que yo lo estuviera permitiendo, pues no lo veía tan malo, si me iba a regalar los zapatos quería dejar se divirtiera un poco. Pero ese jugueteo me estaba calentando, comenzaba a sentir las primeras gotitas de líquido pre seminal en mi entrepierna.
El señor Mario tomo mis dos tobillos y los elevo haciéndome recostar sobre el sillón lo más que pude, mis pies ya estaban siendo acariciados por su bigote, cuando sentí un beso en la planta de mis pies mientras los mantenía juntos, yo trate de levantarme.
Valeria – no señor Mario! Que hace!
Mario – por favor, es parte de mi trabajo hacerla sentir bien.
Terminando para que me calmara, me puso una sandalia justo a la medida, era tan erótico lo que me estaba haciendo, la correa que se detiene en el dedo gordo, la subía y bajaba hasta hacer presión para írmelo quitando lento, me recosté de nuevo ya dejaba que hiciera lo que quisiera, mis pies siempre terminaban en sus labios y su bigote, los apretaba contra su cara, sus manos solo llegaban hasta mis tobillos y regresaban, jamás se propaso hacia algo más atrevido, sus dedos gordos penetraban sin mi permiso y cuando los ponía duros y forzaba entremeter sus dedos en los míos, me excitaba aún más, solo puse mis manos con mis puños cerrados cubiertos por la sudadera en mi boca, para sentir como forcejeaba para penetrar entre mis dedos, cuando sentí un ataque de besos, abría sus labios para mordisquearme la planta de los pies, seguido de una lengua ancha y flácida recorrer desde mi talón hasta la punta de mi dedo índice del pie. Ya me estaba lamiendo los pies y yo cada vez perdía mas mis fuerzas, cuando reaccione de nuevo ya tenía mis dedos en su boca, me los babeaba tanto, los succionaba lo hacía tan tierno y tan delicado como si hiciera sexo oral a mis dedos.
Valeria – señor Mario no me haga eso por favor.
Mario – hacer que señorita, esto? Para después succionar y babear mis pies de nuevo.
Sentía tan cálida su gran boca, le cabía todo mi pie, metía toda la parte superior, y su lengua se arremolinaba entre cada coyuntura, yo solo me dedique a gemir en silencio con los ojos cerrados, fue cuando me bajo los pies lentamente, yo pensé que ya había terminado todo, mis pies los puso juntos y los bajo, para después sentir algo duro entre ellos presionados por sus manos, yo sabía que era, pero no me atreví a ver, tape mi cara, y de nuevo los elevo y los bajo de nuevo, sentía su pene grueso con una gran erección penetrando las plantas de mis pies juntas, simulando que me hacia el amor, para cuando el soltó mis pies yo de manera automática seguí masturbándolo moviendo mis pies de arriba abajo.
El señor Mario se puso en pie con mis pies masturbándolo, tomo mis rodillas y las abrió, para que las plantas de mis pies quedaran viéndose de frente con su pene en medio. Abrí mis ojos y pude ver su parte, gorda y grande, unas cuantas canas en su vello púbico, me volví loca, entre abrí mis labios y apenas asome mi lengua, lo seguía masturbando, cada vez más fuerte, aprisionaba su pene con fuerza y luego de manera lenta y tierna.
Mario – así es señorita siga por favor, sus pies son los más delicados y suaves que he visto en mi vida, su olor y sabor suave, me encanta.
Yo como una araña sosteniéndome en el asiento mi cabeza incomoda en el respaldo recostada lo más que podía, masturbando con mis pies a un señor, me excitaba mucho lo que le hacía a mis pies, como los acaricio, como los beso y chupo, sentir ese pene grueso de viejo, me tenía deseosa.
Cuando el señor Mario estando de pie tomo mis pies con su mano, comenzó a gemir de manera extraña, pues ya tenía su pene en su mano gorda, y comenzó a eyacular en gran cantidad cada gota aterrizo en mis pies si mancharme a mí, ni el sillón ni el suelo, su semen era muy espeso, apenas se resbalaba, su semen de viejo inundo mis pies, el señor Mario tomo asiento de nuevo y comenzó a masajearme los pies con su semen, lo esparció por cada rincón, era tan espeso que dejo una gruesa capa brillante en mis piecitos.
El señor Mario tomo unas sandalias de las que compraría y me las puso con mi pie bañado en semen.
Mario – listo señorita, ya terminamos sus zapatillas quedaron perfectas.
Valeria – pero señor Mario mis pies están llenos de su semen.
Mario – así quiero que te vayas a tu casa, con tus sandalias nuevas sin limpiarte mi semen.
Guardo mis tenis viejos, guardo los cuatro pares de zapatos en bolsas en sus respectivas cajas.
Mario – acepte este regalo en agradecimiento, los cuatro pares son tuyos, gratis por ser la mejor cliente.
Me puse en pie, le di las gracias tome mis zapatitos y me Salí, justo cuando el señor Mario estaba abriendo su tienda.
Mientras caminaba sentía mis pies babositos, me detuve un momento y mire hacia abajo, estaban brillositos, su semen espeso no se secaba, no me importo tome Salí caminando como si no hubiera pasado nada, solo con mis pies llenos de semen del viejo Mario el zapatero.
Desde ese entonces, Mario siempre me manda mensajes en whatsapp mostrándome fotos de zapatillas de moda, y una vez al mes voy a su local, con mis pies lo mas olorisitos posible, pues así le gusta, a veces no me cambio los tines en unos días y otros voy después del gym, ahí permito me haga lo que guste a mis pies, y siempre salgo con calzado nuevo y mis pies brillositos bañados de su espeso semen de viejo.
Valeria – llegue señor Mario, vengo del gym y mis piecitos están empapados. *apenada*
Mario – bienvenida señorita, ya se los limpio, pase por aquí.
Valeria – gracias. Jiji.
Continuara…
3 respuestas
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