Desde que el papá de mi novia me hizo su hembra, mi vida cambió, gradualmente, pero completamente, por las siguientes razones:

          1.- Los primeros 20 días, aproximadamente, estaba muy confundida, pues por una parte, hasta antes de conocer a don Fer, me gustaban las mujeres, incluso, me encantaba acariciarlas; sin embargo, desde que lo conocí me pensamiento se orientaba a él y recordaba lo mucho que me había gustado vestir como mujer, enseñando las piernas y también lo fantástica me sentí al ir abrazados y que me hubiera cogido. Por eso me aleje de todos, me cambie de casa y deje de ir a la escuela y al trabajo. 

          2.- Cuando aclaré mis pensamientos, concluí que me había gustado más ser mujer, por eso busqué a Lucila, era viernes cuando la esperé afuera de su casa. Y al platicar con ella, le externe que extrañaba a don Fer., y que me había gustado mucho vestirme de mujer y que un hombre me hubiera manoseado y poseido sexualmente. Ella me dijo que él había tenido que salir a un pueblo adelante de Toluca, porque tenía que atender cosas de su trabajo de una de sus empresas. También me dijo que don Fer le había dicho que yo me parecía a una novia que tuvo y que era la única mujer de la que si se había enamorado y que me extrañaba. Así que decidimos que ella me arreglaría y me llevaría a  verlo al día siguiente. Así que me quede con ella y me vistió y maquillo temprano. 

          3.- El sábado después de desayunar me puse la ropa que me escogió, vestido corto, de likra, color negro, tacones altos, medias transparentes, peluca, lencería, y me puso una tanga oculta pene, que a la vez me hacía ver ancha de cadera y nalgona y me acomodo un corsé de tal forma que se me veían los senos abultados, y son brasier para que se me notaran los pezones y bien maquillada y perfumada. Y así emprendimos el camino. La verdad me gustaba mucho verme así. 

          4.- Llegamos a Atlacomulco, a la oficina de don Fernando como a las 4 de la tarde. Lucila entró a verlo y como a los 10 minutos salió y me dijo que pasara. Así lo hice y lo vi que estaba viendo unos documentos, toque la puerta por dentro y me dijo que pasara pero sin voltear. Volví a tocar y me dijo pasa y ya volteo y me vio. De inmediato hizo una expresión de alegría, diciéndome “Camila, que bella estas”. Yo fui a donde estaba él, me senté en sus piernas y lo abracé y lo besé. Luego le dije “perdóname por favor, por haberme ausentado” y el que me había abrazado y besado me dijo, “estás aquí, es lo que importa”. Y añadió “vamos a comer, y luego te llevo al hotel porque quiero saborear tus deliciosas nalgas y acariciar tus bellas piernas”. Yo respondí con un beso en los labios. Nos fuimos a comer, nos acompaño Lucila y Fer le dijo “se van juntas y llévala con Carlos, él ya sabe sobre su tratamiento de feminización”.

          Después de comer fuimos al hotel y allí Fer me volvió a someter. Me gustaba mucho que me mordiera los pezones y las nalgas y que me metiera su verga, que me diera nalgadas y se viniera dentro de mi. Me volvió a hacer gritar y gemir fuerte, parecía perra aullando. Al fin, cuando termino de montarme me dijo “quiero que desde mañana te vea el médico porque quiero que te de hormonas y te haga lo que tenga que hacer para que te extirpe el miembro y te ponga chichis y nalgas grandes, pues te quiero nalgona, chichona y piernuda”. Y yo le dije “si amor, tú mandas”. Luego nos dormimos un ratito y cuando desperté, me dio un baby doll negro, con el que mostraba todas mis piernas. 

          Al día siguiente regresamos Lucila y yo y me vio el doctor Carlos, y así inicié mi tratamiento de feminización. Y en la medida que avanzaban los meses, vi mi convertirse mi cuerpo en el de una mujer. Fer., me veía seguido y me cogia mucho y muy duro y yo me dediqué a agradarlo, haciendo lo que él quería y vistiendo como a él le gustaba. De hecho me fui a vivir a un departamento que me compro, pues yo ya era su amante, su mujer, su juguete y, la verdad, me volví adicta a su verga. Se puede decir que ya tenía necesidad de que me cogiera.