…. el sol que entraba por las rendijas de la persiana me despertó.

Mire a mi alrededor y me encontré en la cama de mi hermana; estábamos los tres completamente desnudos. De pronto empecé a recordar y un montón de preguntas se agolpaban en mi mente, pero más que las preguntas me llenaba aquella magnifica sensación de satisfacción total. Mientras gozaba de mis recuerdos me detuve a admirar los cuerpos de los aún dormidos hermana y cuñado.

Mi hermana dormía acurrucada como un bebé y mi cuñado boca arriba espatarrado con lo cual pude apreciar de nuevo y más detenidamente su polla en esa trempera matinal que tienen los hombres. Eso y los recuerdos hicieron que mi calor interior aumentara de nuevo, así que decidí probar un poquito de aquella polla.

Empecé muy suavemente a acariciar aquellos testículos afeitados y seguidamente acaricié con mucho cuidado aquella polla. Mi coño empezó a humedecerse y me pedía más caña así que decidí despertar a mi cuñado con una buena comida de polla. Mi lengua empezo a recorrer el interior de sus piernas , prosiguiendo por los huevos y llegando hasta la punta de la polla.

Así una y otra vez hasta que mi cuñado se despertó.

– Parece que te has levantado con ganas de fiesta, comentó mi cuñado.

– Siii, estoy muy caliente, contesté, sigamos lo de anoche.

Mi cuñado acariciaba con una mano mi coño mientras yo no dejaba de comerle la polla y mi mano recorria el coño de mi hermana.

Esta no tardo en despertarse toda mojada.

– Aún no habéis tenido bastante. Todavía queréis más, barbuceó entre pequeños gemidos.

– Quiero pasarme todo el día follando, le contesté.

Y así empezamos de nuevo un desenfrenado juego amoroso.

Nunca había estado con una mujer, y según descubrí más tarde mi hermana tampoco.

Pero puedo decir que pasamos un fin de semana fantastico.