Siempre me ha gustado mi tía Mari, desde niño, y siempre he tenido pensamientos eróticos con ella.

Yo tenía 15 años y ya empezaba a preocuparme más por el sexo que por cualquier otra cosa.

Un día me enteré que teniamos las llaves de su casa en mi casa, viviamos cerca, y en un viaje que hizo decidí colarme en su casa para oler sus braguitas y tangas sucios y masturbarme. Fue apoteósico, la mejor paja que me he hecho en toda mi vida. Esto lo tomé como costumbre y casi siempre que veia que su casa se quedaba vacia, entraba y me masturbaba.

La suerte hizo que un dái, mientras yo estaba haciendolo, mi tia entro en su casa y me pillo desnudo, sobre su cama, masturbandome y con su tanga en mi nariz.

A ella le gusto la imagen y dijo que continuase, lo hice de buen gusto y ella se puso a masturbarse a mi lado, yo enseguida me corrí y ella se rio.

Me beso y me dijo:

– ¿Te quedan fuerzas?

Y se agacho a chuparmela, mi excitación era máxima por lo que mi pene se puso recto como un mástil.

Al ver que ya estaba erecto ella se desnudo completamente, me puso su tanga en mi cara y se subió encima mío. Mi cuerpo era suyo completamente, era un sueño hecho realidad, y como en una peli porno cuando estaba a punto de correrme ella se levanto si me la empezó a chupar.

Me corrí en su boca y me pidió un beso, al principio me lo pensé pero cuando me acarició un poco el pene me lancé.

Mi semén en la boca de ambos, estaba listo para un tercer asalto, pero ella se nego y me dijo:

– La última vez que te metes en mi casa

se restregó el tanga por el coño, me lo dio y me echó de su casa.