
Por
Anónimo
Primera vez probando por detrás
Llevábamos unos 3 años en ese momento, y la verdad que a nivel sexual teníamos una relación muy sana, nos compaginabamos muy bien, terminábamos casi a la vez, y no tardábamos mucho, así que podíamos tener en ocasiones polvos rápidos, incluso antes de ir a trabajar o llegar a segundas rondas si no estábamos muy cansados.
El caso que un día, por la noche, estaba casi dormido, y ella vino del baño y se tumbó a mi lado, los dos abrazados en cucharilla.
Me agarró la mano que le abrazaba y la puso en su pecho, ella sabía perfectamente que sentir esos pezones me excitaba siempre, eran unos pechos grandes y de pezones pequeños pero erectos cuando los tocaban. Eso me excitaba siempre, sobre todo que ella fuera quien me acercara la mano a ellos.
Además de eso, empezó a pegar más su culo a mí y a moverse. Solamente llevaba unas braguitas para dormir, con una camisola simple. Su mano acabó agarrándome el miembro y empezó q masturbarme suavemente mientras rozaba su culo conmigo.
Eso me despertó ya y estaba muy excitado, como de costumbre, o incluso más.
En no sé qué momento de la excitación se quitó esas braguitas para estar más cómoda, pero quedándose de lado conmigo empezó a rozar mi miembro con su ano y parte de la vagina, noté que estaba muy mojada. Pero con sus líquidos y saliva que pasó desde la boca, dejó mi pene bien mojado.
Entonces empezó a recolocarse un poco mejor separándose de mí, pero dejando el culo pegado a mí, con su mano empezó a mover el pene y apuntando, esta vez al ano, me sorprendió ya que nunca habíamos pensado en ello y pensé que no le gustaría, pero ahí estaba queriendo que entrara, siempre dijo que al tenerla bastante ancha, le gustaba sentirme entrar, pero por ahí ibamos a sentir mucho más.
Poco a poco empezamos a sentir que entraba y ella empezó a soltar unos gemidos mucho más fuertes junto a una respiración acelerada. Yo sentí que me apretaba tanto que tenía que intentar aguantar mucho más, y que no se acabara todo ahí.
Acabamos teniendo una de las mejores experiencias en sexo que nunca tuvimos, se puso de rodillas en la cama y yo de pie empecé a moverme sin parar, sentía cada embestida de arriba a abajo, ella gemía como nunca y en un momento le agarré los pechos, ella se levantó un poco y me agarró una de mis manos mientras se tocaba con la otra. En ese preciso momento nos corrimos juntos. Ella temblaba, yo no podía apenas sostenerme de placer y acabamos tumbados en la cama sonriendo como dos tontitos.
Desde ese día tuvimos más sesiones, esas veces empezando en el sofá, poniéndose ella a cuatro patas y encontrando que nos habíamos perdido algo tan placentero como el sexo anal.
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