como se le antojó.

Vivíamos en un vecindario tranquilo y amistoso desde hacía un año, había hecho varios amigos de mi edad y otros un poco mayores, hija única de un matrimonio mal avenido, mi padre pasaba temporadas de viaje por negocios, que eran con su amante, mi madre vivía en depresión y dormía mucho en el día.

Iba a un colegio que no estaba cerca de casa, debía tomar locomoción que me dejaba más o menos a seis cuadras de casa. Ese día bajé del autobus y llovía con viento por lo que de nada servía el paraguas, atravesé la avenida y me dispuse a caminar cuando para el auto de Don Kico, padre de unos amigos de respetables 38 años, y me dice

«Sube rápido antes que te enfermes! Vas a tener que ir conmigo a hacer una diligencia y luego te traigo a tu casa» sonreía con amabilidad, así que subí.

Dejé atrás mi mochila con los útiles y me saqué la parka mojada y la dejé ahí mismo, el auto era amplio y tenía calefacción. Fuimos hacia las afueras de la ciudad y llegamos a una casita muy linda, entró el vehículo y me invitó a conocer a su abuelita, yo accedí y bajé, saqué la parka para secarla pues se veía que había un chimenea encendida y lo seguí. Cuando entré estaba muy agradable el ambiente pero no vi a Don Kico, colgué mi parka cerca de la estufa y sentí que me llamaba:

«Ven linda, te va a encantar lo que hay aquí» seguí su voz y había una puerta entreabierta que empujé suave cuando me sentí alzada por los brazos del hombre que estaba desnudo y empezó a desnudarme por más que trataba de evitarlo, me soltó sobre la cama con mi blusa escolar semidesgarrada, cerró con llave la puerta y dijo:

«Te vas a desnudar para mí o te dejó aquí encerrada hasta que te mueras de hambre, por estos lugares no pasa nadie» y su tono era duro.

Temblando me saqué las botas, las medias y la falda, él se abalanzó sobre mí y me quitó las bragas y terminó de desnudarme muy brusco. Era un hombre alto y grueso, no me dejaba moverme con él encima.

«Que rica eres niña, pareces mayor de tus once años, mira las tetas que tienes» y me las tironeaba con su boca como si tomara leche, sentí su mano bajar hasta mi concha y sus dedos empezar a introducirse ahí, con giros y presiones sobre una parte que me hacía gemir con placer. Los sacaba de ahí y los llevaba a mi culo y metió uno, grité que no, que me dolía, se rió y me pasaba la lengua desde las tetas a la concha, traté de escabullirme y me dió un cachetazo muy fuerte que me hizo llorar. Metió dos dedos en mi culo y los giraba, ¡me dolía tanto!, volvió a cargarme con su cuerpo y siguió chupando mis tetas y metiendo dedos de la concha al culo.

«Por favor no más, no más, me duele, noooo!»

«Estás caliente como la putita que imaginé eras! Mira como está mojada tu chucha» y sacó los cuatro dedos de ahí y me los metió en la boca, pensé en morderlo pero supe que me iba a cachetear otra vez, así que los chupé

«Eso putita, es jugo tuyo de calentura, quieres pico y eso te voy a dar!» De pronto con gran agilidad se paró, me dió vuelta boca abajo y me levantó el culo, metió los cuatro dedos, los giró un poco y sentí una presión de algo muy grande en mi anillo anal. Aullé como loca del dolor, pero mientras más gritaba, más me entraba y me metía los dedos en la concha haciéndome sentir algo muy agradable, empecé a sentir como mis piernas se tensaban y mi hoyos palpitaban y mi cuerpo temblaba.

«Así putita, goza, goza» y de un fuerte empellón enterró todo su pico en mi culo, y volvía aullar del dolor.- «Quieta, se tiene que acostumbrar tu culo a su dueño, quieta, eso así, contrae, estás gozando otra vez, perrita caliente!» y yo gemía del dolor pero también de un gusto muy extraño que hacía salir líquido de mi concha, pensé que me estaba meando, y se lo dije.

«No putita, no es meado, es tu jugo de caliente placer!»

Luego me bombeó largo rato hasta que sentí en mi estómago, hasta ahí lo sentía que llegaba, una descarga de su leche como le llamó después. Pensé que nos iríamos pero no, se quedó dentro mío se puso duro otra vez y volvió a la carga y descarga, yo tenía adormecido el culo. De ahí fuimos al baño me duchó y me vistió, cerró bien mi chaleco para que no se viera la blusa desgarrada y ya vestidos me dijo:

«Desde este momento eres mi puta, cuando yo te busque por mensaje en tu celular que vas a reconocer pues dirá «te toca», vas a venir conmigo aquí y gozaremos como hoy, si intentas evadirme o cuentas algo, diré que eres una perra callejera caliente que me chupaste el pico hasta que te lo tuve que meter, tú eres una niña y yo soy un adulto respetable, o sea me van a creer a mí y perderás a todos tus amigos, ¿está claro?»

«Sí señor», dije asustada y todavía adolorida.

Llegué a mi casa y mi madre dormía. Mis calzones estaban todos mojados con la leche del hombre pero soñé con él adentro y amanecí con la raja mojada.

Dos días después me esperaba a la bajada del autobús y otra vez me hizo lo que se le antojó, me hizo adicta al sexo anal y él se transformaba cuando me lo tenía dentro taladrando mi tripa, cada vez me soltaba más tarde. Incluso había días que me espera al ir al colegio, me hacía faltar a clases, y me tenía el día entero en bolas a su servicio, llegábamos a la noche culeando.

A él le gusta el jardín y había un código que se usaba cuando mi padre estaba en casa, mi celular decía «mini», yo me ponía una cortita sin calzones y él estaba en su jardín, yo entraba como para ver a mis amigos los cuales, obvio, no estaban, ahí el me metía los dedos y me hacía gozar, luego me decía que me fuera.

Una vez sí me dió susto que me vieran pues, en pleno día, me enculó en el jardín y me tuvo así hasta venirse adentro de mí, esa vez me dijo:

«Esto es para que aprendas que te culeo dónde y cuando quiero!» me metió un pañuelo chico en el culo, para que no fuera chorreando su semen y me mandó a mi casa.

Hace cuatro años de eso y hoy, mi padre de viaje, mi madre en cura de sueño en la clínica, voy con él a la casita, que sí era de su abuelita que había muerto, ya me dijo que me iba a desvirgar la concha para que sea su mujer completa, al fin y al rabo soy su puta y me gusta y quiero serlo en forma total!