
Por
Anónimo
Mientras leía...
Es tarde por la noche, aún no llegas del trabajo, estás tardando demasiado. Comienza a llover fuerte, me asomo a la ventana y no hay rastro de ti. Me preparo para ir a dormir, busco en tu ropero y me pongo una sudadera tuya; retiro mi pantalón, me quedo en pantis esperando que cuando llegues y te recuestes a mi lado, por lo menos me acaricies…
Observo el librero frente a nuestra cama, esta lleno de libros que leía en la adolescencia, están acomodados impecablemente. Tomo uno, me dirijo a la cama y sin retirar cobijas me acuesto boca abajo; doblo mis rodillas y comienzo a mover mis piernas de lado a lado, mientras leo esa libro viejo.
Pasan un par de horas y nada de ti. A lo lejos escucho un auto, es nuestro auto, pero ni siquiera me inmuto. Parqueas el coche, entras a casa y en lugar de venir a la habitación te diriges al pequeño bar en la cocina. Vienes estresado, lo sé.
Subes a nuestra habitación, llevas un whisky en la mano. Te quedas parado en la puerta viendo lo que hago, tomas un trago más y terminas tu whisky. Siento tu mirada recorriéndome y posándose en mis nalgas, mi piel se eriza de solo pensar en lo que estará pasando por tu mente:
– ¿Por qué vienes tan tarde? -te pregunto intentando contener en mi voz las ganas que tengo de que me hagas tuya- Jamás te habías tardado tanto.
– Las cosas se complicaron porque faltaban unos documentos, pero ya estoy aquí. Veo que tomaste prestada mi sudadera.
– Sí, la vi en tu ropero y la tome, discúlpame.
– No, no te preocupes. Además se te ve fantástica, mejor que a mí sin duda alguna.
Comienzas a acercarte hacia la cama y mi respiración se agita. Detienes el balanceo de mis piernas y te pones encima de mí, apoyándote con las manos para no aplastarme:
– Amor ¿por qué no te has dormido aún? ¿me estabas esperando?
– …- prefiero no decir nada hasta conseguir lo que ansió.
Tomas mi cabello, lo acomodas hacia atrás, acaricias mi cuello y repartes besitos en la nuca. Eso hace que sienta cosquillas por todo el cuerpo y ciertos toquecitos en mi vagina. Pero aún no diré nada, hasta conseguir que me hagas el amor.
-Todo el día estuve pensando en ti, me recibiste de una manera deliciosa.
-…
Tus manos bajan hacia mi cintura, siguen bajando con suaves caricias hasta llegar a mi culo, no paras de besar mi nuca y de olfatear mi cabello. Acaricias mis nalgas sobre el encaje de mis pantaletas. Eso hace que sienta mucho placer y suelto un suspiro que más parece ser un delicioso y delicado gemido.
Vuelves a apoyarte con tus manos en la cama, pegas tu mejilla con la mía y la besas, le das una lamida salvaje, vuelvo a suspirar. Sigues dando pequeños besos por mi mejilla, trazas una línea con besos riquísimos hasta llegar a mi oreja. Besas detrás de esta, lames mi oreja y le das una mordida juguetona. Ahora si suelto un gemido distinguido.
– Hace mucho no me tocas así.-digo ansiosa al conseguir lo quería.
– Lo sé, amorcito pero hoy te voy a lo voy a recompensar muy bien.
– Ah ¿si?
-Ujum.
– Y có.., ahh- me lames el cuello y lo chupas.
– Así, mi amor. Así te lo recompensaré…
Te dejo seguir con tu labor. Después de tantas semanas sin tocarme te toca complacerme.
Acomodas tus manos en mi cintura, la acaricias. Vuelves a bajar hacia mis nalguitas y me das una nalgada, contengo el gemido. Juegas con mi braga, levantándola, desacomodándola y volviéndola a poner bien, me nalgueas un par de veces más. Pierdo el seguimiento de mi lectura.
– Ya quítamela, amor. -me desespero un poco.
– Ya voy, hermosa.
Retiras mis pantis y aprovechas al bajarla para acariciar mis piernas. Las besas. Metes tu brazo al rededor de mi cintura y me alzas, me acomodas en cuatro. Me das unas cuantas nalgadas más, las sobas y juegas con mis jugosas carnes.
Abres mis nalgas y metes tu lengua pasándola por toda mi raya. Gimo, me siento viva. Haces esfuerzo por meter tu lengua más allá y olfateas, el olor te vuelve loco. Pasas tu lengua te arriba hacia abajo.
Aprovecho la posición y comienzo a frotarme el clítoris, mi pequeño botoncito, estoy completamente mojada.
Pasas tu lengua hacia abajo, empiezas a chupar mi abertura vaginal. Te regalo un gemido extraordinario. Comienzo a frotarme más intensamente. Pegas mis nalgas a tu cara y las abres, dejándote más espacio para chupar mi ano, cada lamida me vuelve loca. Comienzo a agitarme, mi respiración y latidos se aceleran, tiemblo y siento cosquilleos en todos lados:
– Ya… ahhhhhh
Intento decirte que me vengo pero tú ya tienes tu boca chupándome la uretra. Te regalo mis fluidos y bebes todo lo que puedes, comienzas a dedearme tú. A los pocos minutos vuelvo a tener un orgasmo pero esta vez sin squirt. Lames más mi ano y lentamente mete un dedo, mi respiración se pausa y creo que mis ojos se salen. Al sentirlo dentro rascándome, vuelvo a gemir tu nombre…
Una respuesta
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