DESEOS CUMPLIDOS DE MI ESPOSA: YA ES UNA PROSTITUTA PROFESIONAL.
Una de las cosas buenas que tiene estar registrado en páginas web de cornudos es que los maridos te cuentan muchas cosas sobre sus cuernos y el emputecimiento de sus esposas. En el siguiente relato he intentado reflejar lo que me iba contando en un chat de Skype un marido cornudo con esposa prostituida. No pongo en duda que sea cierto todo lo que me contó, ya que me aportó un enlace a una web de contactos sexuales donde se anunciaba, según él, su esposa. No quito ni pongo Rey, relato lo que me contó. Si era todo inventado por él, una fantasía calenturienta, es lo de menos. La historia tiene su miga y es muy morbosa y de alto voltaje sexual.
Cornelio (nombre ficticio por supuesto y apropiado para un cornudo) me contó la historia de prostitución de su esposa Zorraida (nombre ficticio también y que le va como anillo al dedo a una puta).
Para mejor comprensión del relato, lo contaré en primera persona, asumiendo yo el rol de Cornelio.
Zorraida y Cornelio somos matrimonio desde hace 15 años, nos casamos teniendo 20 ambos. Zorraida es una exhuberante ama de casa de 35 años y yo, ahora, un funcionario en excedencia. No tenemos hijos por ahora, por lo que estamos libres de cargas familiares y podemos dedicarnos a todo tipo de actividades, ya sean sexuales o no.
Mi esposa ha tenido una fantasía sobre el tabú de la prostitución desde que era una adolescente. “Trabajar de puta» era una de las fantasías más excitantes y persistentes de mi esposa. Ella nunca tuvo la oportunidad. Nuestro intercambio de parejas no cuenta como puta. Habíamos estado haciendo intercambios de parejas durante algunos años cuando ella me dijo hace 10 meses que realmente le gustaría probar la prostitución unas cuantas veces por la aventura. Ella me dijo que no era una cuestión de dinero, que se trataba de la emoción del tabú, el estigma social, la aleatoriedad de nunca saber quién se la follaría cada día de trabajo y compartir el secreto sucio conmigo. Y añadió que sería emocionante saber que nuestros amigos y familiares no tendrían idea de que ella fuera una prostituta. La cosa quedó ahí y yo no le presté mayor atención.
A mi esposa le gusta el tabú de aceptar dinero y sentirse como una puta barata, así que estoy feliz de que ella lo experimente. Eso es muy diferente a las putas que sienten que tienen la obligación de hacerlo o que no tienen otra opción. Es la degradación, la humillación, el riesgo y la sumisión lo que seduce y atrapa a Zorraida. Mi esposa es de esa clase de esposas que tienen un fuerte deseo de ser prostitutas. Y para este tipo de mujeres, un buen marido es aquel que tiene suficiente confianza en sí mismo para no sólo soportar su profesión, sino alentarla, apoyarla y disfrutarla juntos.
El pasado domingo, cuando estábamos en la cama prestos a follar, Zorraida me dijo:
“Marido, ¿te acuerdas que te dije que me gustaría trabajar de puta?.”
“Si, ¿por qué me lo preguntas?.”
“El lunes pasado me vino a la memoria lo que te dije y desde entonces ando alterada, cachonda, con el coño mojado y salida todo el día de solo pensar en ser follada por cientos de clientes. Y creo que ya es hora de que me prostituyan.” – contestó mi esposa.
“Estás diciéndolo en serio lo de trabajar de puta?.” – le pregunté entre asombrado y atónito.
“Sí, muy en serio. En este estado de agitación calenturienta no puedo seguir, me tienen que apagar el ardor uterino.” – contestó. “¿Me das tu bendición para ejercer de puta?.” – añadió.
Quedé un poco sorprendido por su pregunta tan directa y le dije:
“Si es lo que deseas y te va a satisfacer sexualmente, adelante, tienes mi permiso y apoyo.”
“¡Gracias, marido!.”
“De nada, un placer ayudarte a que cumplas tu deseo de ser prostituta, lo vamos a disfrutar.”
“Me pondré esta tarde a buscar en páginas web de contactos anuncios de ofertas de trabajo de puta en agencias o casas de citas nuestra ciudad o alrededores.”
“No te molestes en buscar ofertas de trabajo de puta, yo me encargo de todo, tengo amigos que están en el mundillo.”
Así que me presté a organizarle una entrevista de trabajo.
Al día siguiente, lunes, me puse manos a la obra y me acordé de mi amigo Cocu, que se casó con una puta. Se conocieron cuando llamó a una chica para pasar la noche y se enamoraron. Ya llevan 16 años juntos y son muy felices. Le llamé por teléfono para contarle el deseo de prostituirse de mi esposa y pedirle que me pusiera en contacto con algún proxeneta de confianza que él conociera o dueño de un burdel. Mi amigo me dijo que conocía a varios y que los llamaría y les preguntaría si le interesaba una casada totalmente novata. Al rato mi amigo me devolvió la llamada y me dijo que había hablado con Rufián, un proxeneta dueño de burdel amigo suyo, y que estaba deseoso de conocer a Zorraida enseguida y me dio su teléfono para que hablara con él.
Llamé a Rufián y hablé con él del deseo de mi esposa de trabajar de prostituta.
“¿Dónde podemos vernos para conocer a tu esposa y ver si me vale para mi negocio?”. – preguntó él. “¿Y cómo os reconoceré?. ¿Os parece bien quedar esta tarde a las 5?.”
“Nos vemos en la cafetería que está justo enfrente de nuestra casa. Mi esposa llevará puesta una camiseta con el logo de un conocido parque temático de atracciones.”
Dicho lo anterior, le facilité la dirección de la cafetería.
Mientras conversaba por teléfono, Zorraida estaba duchándose y al acabar entró en el salón completamente desnuda y me pilló justo terminando de hablar con el proxeneta.
“Marido, ¿con quien estabas hablando?.“
“Con Rufián, un chuloputas dueño de un negocio de prostitución. “
“¿Para qué le has llamado?.” – me preguntó mi esposa.
“Para que te de trabajo de prostituta.” – contesté. “¿No me dijiste que te ya había llegado la hora de prostituirte?.” – añadí a continuación.
“Sí te lo dije.”
“Pues te he concertado cita para esta tarde, he quedado con él en la cafetería de enfrente de casa.”
Al oír esto, a mi esposa se le iluminó la cara y pude ver que se excitó solo de pensarlo y me percaté que incluso se le pusieron duros los pezones. Ante esto, y para asegurarme que se había excitado, me acerqué a ella y le puse la mano en el coño y noté que le palpitaba y destilaba flujo. Y entonces le dije:
“Tu coño te delata, no puedes negar que eres una putón que está deseosa de trabajar de zorra y ser follada por desconocidos a cambio de dinero.”
“Mucho, marido, y de hacerte un buen cornudo consentidor.” – aseveró ella con entusiasmo.
A las 5 de la tarde, Zorraida y yo ya estábamos en la puerta de la cafetería esperando a que llegara Rufián, el dueño del burdel. Como le dije por teléfono a Rufián, para identificarnos, Zorraida llevaba puesta una camiseta con el logo de un parque temático muy conocido. Finalmente llegó, media hora tarde, acompañado de una mujer negra mayor a quien nos presentó como Furcia, la madame encargada de vigilar y dirigir a las putas. Entramos en el local y nos sentamos todos juntos en una mesa al fondo del local y Rufián fue directo al grano.
“Zorraida, te veo estupenda, estás muy follable, quiero que vengas a trabajar para mí. Dirijo un burdel.” – sin más preámbulos le dijo a mi esposa.
“¿Un burdel?. ¿Quieres que trabaje como una puta de burdel?.” – le espetó Zorraida dejando escapar un jadeo.
“Sí, lo que has oído.”
“Yo pensé en algo más privado y reservado como una casa de citas, en un burdel estaré expuesta y cualquiera que entre me podrá ver y puede que algún conocido me reconozca y eso sería embarazoso.”
“Si vas a trabajar de prostituta, ¿por qué te preocupa que te descubran y reconozcan?. – interpeló Furcia a mi mujer.
Esa pregunta pilló a Zorraida con la guardia baja y no supo que responder.
“Si eres lo suficientemente puta, eso te tiene que dar igual y no estar preocupada por si te reconocen conocidos o vecinos y por las habladurías. Tu única preocupación sería que te pillara tu marido prostituyéndote y engañándolo y eso comprometiera tu matrimonio, pero no es tu caso. Tu marido está de acuerdo y colabora y te ayuda a que cumplas con tu sueño de trabajar de puta.» – añadió Furcia.
“No, de ninguna manera de puta de burdel.” – dijo Zorraida negando con la cabeza. “¿No tenéis una casa de citas o agencia de contactos?.» – preguntó toda nerviosa.
En este punto, Rufián volvió a entrar en la conversación.
“No, puta. Solo regentamos un burdel o un prostíbulo, si te gusta más este nombre. Quiero que entiendas tu situación, si estás aquí hablando con nosotros es porque eres una puta y esta no es una reunión para llegar a un acuerdo de donde trabajarás. O aceptas mis condiciones o buscas trabajo en otro sitio.”
Mi mujer, al oír las palabras de Rufián se puso un poco nerviosa y se bloqueó y no sabía que responder. Yo, ante la situación de bloqueo de mi esposa, y para ayudarla a responder, le dije:
“Cariño, debes aceptar la oferta de Rufián, verás como te gusta estar en el burdel, no seas tonta y aprovecha.”
Mi esposa con cara de resignación, dirigiéndose a Rufián, solo acertó a decir:
“Vale, de acuerdo, seré puta en tu burdel.”
“Perfecto, si todo está aclarado, los dos trabajaréis en mi burdel.” – dijo Rufián dirigiéndose a Zorraida y a mi.
“¿Los dos?.” – pregunté con extrañeza.
“Cornelio, tú también trabajarás allí, con tu esposa. Serás camarero y lo que sea necesario. Ambos empezáis el viernes por la tarde, así que venid mañana martes por la mañana para que os expliquemos vuestras obligaciones laborales y hacerle una pequeña prueba a Zorraida.“
Acto seguido, Furcia le pasó la dirección del burdel a Zorraida y le dijo:
“A las nueve de la mañana, no llegues tarde. Y ven vestida muy sexy.”
Durante el corto trayecto de retorno a casa Zorraida permaneció en silencio. Cuando entramos en casa me preguntó:
“¿Estás seguro de que el burdel es una buena opción?.”
“Cariño, es una opción, ¿qué más da donde te prostituyan?.” – encogiéndome de hombros le respondí.
“Bueno, marido, creo que no pierdo nada por probar.”
“Parecen personas serias y te ofrecen que seas una de sus putas. ¿Puedes hacerlo?.”
“Sí, pero en una casa de citas o agencia de contactos tendría más privacidad y, antes de salir al salón, puedo observar el cliente que acaba de llegar y si es conocido no saldría. En el burdel no voy a tener ninguna posibilidad de esconderme y siempre estaré expuesta a las miradas de cualquiera que vaya a allí.” – asintió Zorraida..
“¿Pero estás contenta con el trabajo de prostituta que te he buscado?”. – le pregunté.
“Sí, mi amor, contenta y cachonda. Vamos para la cama y me follas, échame el último polvo de mujer casada decente, porque que a partir de mañana perderé la decencia.”
Follamos como locos y fue muy placentero y Zorraida no paró en todo el rato de decir:
“Cornudo, folla este coño que desde mañana será un coño público para uso y disfrute de quien pague por él.”
Al día siguiente Zorraida se arregló para ir al burdel, se puso una bragas sin costuras, unos leggins de espandex, un top y una camisa de gasa. A las 9 de la mañana, como nos habían dicho, llegamos a la dirección del burdel, era una casa grande de tres pisos cerca de la estación del tren. Tocamos el timbre y Furcia nos abrió la puerta.
“Me alegro de que hayáis venido, entrad.” – dijo Furcia mientras le daba un vistazo rápido de repaso a mi esposa. Con gesto de desaprobación, Furcia le soltó:
“Zorraida, no me has hecho caso, vienes vestida muy recatada para tu entrevista de puta. Mal empezamos.”
La casa había sido acondicionada para su función de burdel y con decoración apropiada para un prostíbulo. La gran sala y el comedor se habían convertido en una zona de bar-salón. Había algunos hombres sentados en la barra, bebiendo y viendo videos porno en un televisor de pantalla grande con sonido a todo volumen o eso creí yo que eran, pero en realidad eran imágenes de las habitaciones del burdel, que cambiaban, donde se veía a las putas en plena acción con los clientes que antes había firmado un documento de autorización de ser visionados mientras follaban con la puta (los que no firman no son retransmitidos en la televisión del salón-bar).
Seguimos a Furcia por las escaleras hasta el segundo piso y entramos en un largo pasillo. Había cinco puertas a cada lado. Furcia abrió la tercera puerta a la izquierda y entró. La habitación era de dimensiones justas para que cupiera una cama king size, dos mesitas de noche con consoladores y otros juguetes sexuales en los cajones, dos butacas, una televisión enfrente de la cama donde visionar porno y un espejo en el techo. También contaba con un cuarto de baño con ducha. La cama estaba hecha de forma sencilla, solo dos almohadas y sábanas.
“Zorraida, aquí es donde trabajarás. Hay un armario de ropa blanca al final del pasillo y tienes que cambiar las sábanas después de cada cliente. Trata bien a nuestros clientes, trabaja duro y ganarás mucho dinero. ¿Alguna pregunta?.”
“Sí, ¿cómo funciona esto?.” – respondió Zorraida con una expresión de cara de mil dudas.
“Es bastante simple. Vendrás aquí a las 5 de la tarde y darás el móvil a los de seguridad, que te lo devolverán cuando acabe tu jornada laboral a las 7 de la mañana del día siguiente y, en principio, solo librarás los días que tengas la regla; prepararás tu habitación; te aplicarás una o dos dosis de Micralax para limpiar tu intestino porque a los clientes no les gusta meterla en un culo con mierda; te desnudarás y te pondrás una bata; te maquillarás y peinarás para tener una apariencia de puta. Si no sabes, nosotras te enseñaremos como se maquilla una puta. Y luego, simplemente esperarás a que suene la campana. Cuando la escuches, bajarás al salón para hacer fila. Si el cliente te selecciona, lo llevas al bar y repasas el menú de servicios y luego subís a tu habitación y haces el servicio que haya elegido. Para no aburrirte, mientras esperas a que suene la campana, en la habitación puedes ver la televisión, los canales normales de TDT o los canales internos del burdel. Pero si a pesar de eso te aburres en tu habitación, puedes pasar el rato en el bar, pero tienes que usar lencería allí, aunque te recomiendo que estés en topless por lo menos al principio, para que la clientela conozca tus tetas.”
Furcia abrió un cajón de la mesita de noche, sacó una bata blanca y se la entregó a Zorraida junto con un menú de servicios.
“Como puedes ver, Zorraida, cuanto más puedas vender, más te pagarán a ti o, en tu caso, a mí. Normalmente, una mamada cuesta 25 euros y 40 con tragada de semen, el 69 son 30, el sexo vaginal 50 y a pelo con corrida interna 75 y el anal 100. Tenemos un par de jacuzzis y, si puedes meter a un chico contigo, son 100 euros. Los actos especiales no son voluntarios por tu parte, tienes que atender las peticiones de los clientes. Para lluvia dorada tenemos habitaciones especiales en el sótano para eso. El BDSM también se paga muy bien. Los menús se ajustan en función de tu popularidad entre los clientes. Si demuestras ser muy deseada, cobraré más a tus clientes. De todos los servicios la casa se queda el 50%, por los gastos de mantenimiento de las instalaciones, luz, agua, lavandería, juguetes sexuales, condones, toallas, etc. ¿Alguna pregunta o duda?.”
“¿En qué consiste lo de la lluvia dorada?.” – mi esposa preguntó.
“Mear a los clientes y ser meada por ellos y tragar su orina.” – contestó Furcia.
“¿Beber orina de la polla de un cliente?. Eso me da asco”.
“Te acostumbrarás enseguida, como todas, y acabará gustándote.”
Furcia señaló las cámaras montadas en las esquinas cerca del techo y dirigiéndose a mi esposa dijo:
“Todas nuestras habitaciones están vigiladas por el personal para tu seguridad. Vigilaremos todo. De hecho, eso será parte de los deberes de Cornelio, observarte en acción.”
Furcia salió al pasillo y gritó:
“Mandingo, te necesito aquí arriba.”
A los lejos oímos decir:
“Voy enseguida.”
Mandingo, un tipo negro, de unos 40 años, de estatura media y delgado, subió las escaleras a toda velocidad y entró en la habitación.
Furcia hizo las presentaciones.
“Mandingo, este es Cornelio, trabajará contigo detrás de la barra y esta es su esposa, Zorraida. Te hablé de ella ayer. Necesito que escribas su biografía para nuestro catálogo y lista y que le hagas fotos para sus tarjetas de presentación en la página web. Y les tomas los datos personales para lel registro de empleados.”
Mandingo se dirigió a nosotros y dijo:
“Antes de marcharos tenéis que rellenar vuestras fichas con vuestros datos personales, dirección, números de teléfonos, números de la seguridad social, etc.”
“Ok.” – respondimos los dos al únisono.
Intervino Furcia y dijo:
“Bueno, basta ya de chachara y vamos a lo que vamos. Mandigo folla a Zorraida y darme tu impresión y opinión sobre como se desenvuelve en la cama. Mandingo sonrió ante esa orden tan placentera.”
Mandingo se acercó a Zorraida, puso sus manos en sus caderas y le dijo:
“Zorraida, tienes buen tipo y estás muy buena.”
Zorraida, con una sonrisa complaciente, respondió al alago:
“Gracias por tu cumplido, me encanta gustarte y que me encuentres apetecible.”
A continuación Mandingo le dijo:
“Entra en el baño para prepararte, desnúdate, ponte la bata y regresa cuando estés lista.”
Zorraida se fue al baño y Mandingo me dio la mano como saludo.
“Cornelio, eres un tipo afortunado con una esposa bonita y con un cuerpo muy follable. Voy a disfrutar follándome a la zorra de tu mujer y tú viendo como la empotro.”
En el baño Zorraida comenzó a desnudarse, deteniéndose para usar el baño y echar una meadita. Se quitó los leggins, las bragas, la camisa y el top y se puso la bata. Era una bata corta de satén de color blanco, con mangas tres cuartos. Era un poco pequeña y apenas cubría su trasero. Cuando anudó el cinturón, los contornos de sus pezones estaban claramente definidos. Antes de salir del baño, mojó una toallita y se limpió el coño y el ojete del culo.
Furcia fue al baño a ver si ya estaba lista, y tras verla ya con la bata puesta, recogió toda la ropa de Zorraida y salió del baño.
Con solo la bata puesta y descalza, Zorraida regresó al dormitorio y Furcia la miró detenidamente e hizo un gesto de aprobación.
“Zorraida, nuestras putas no usan bragas, como mucho tangas hilo dental y nunca tops o sujetadores.” – le dijo Furcia mientras le enseñaba las bragas y el top.
Y acabado de decir esto llamó a Clitorisa, una de las putas del local y le dijo:
“Toma esta mierda de leggins, bragas y top y tíralo todo a la basura, Zorraida ya no lo necesita,.” – le dijo.
Y dirigiéndose a mi esposa le ordenó:
”Bien, puta, cuando vengas al trabajo tienes que venir con minifalda bien cortita y tanguita y con blusa o camiseta sin tirantes y sin sujetador.”
Mi esposa sorprendida le respondió:
“Furcia, vestir así es muy provocativo e indecente y me pueden ver los vecinos salir de casa con esas pintas y seré el centro de todos los cotilleos del edificio y del barrio, eso me da mucha vergüenza.”
“Eso a nosotros nos importa una mierda y a ti también te debe importar lo mismo, eres una puta.” – Furcia le espetó.
“¿”No podría venir un poco más recatada?.” – preguntó mi esposa.
“Tienes que venir vestida como te he dicho, es obligatorio, normas de la casa.”
“Vale, como mandéis, con resignación solo acertó a decir mi esposa.”
Solucionado lo de la forma de vestir, Furcia dijo:
“Basta ya de tanta cháchara, que estamos perdiendo el tiempo. Está bien, Zorraida, quítate la bata.»
Zorraida desabrochó el cinturón y se quitó la bata, dejándola caer al suelo, y se quedó desnuda frente a mi, Mandingo y Furcia. Ella estaba avergonzada y cruzó su pie izquierdo con el derecho mientras ahuecaba su mano sobre su coño.
Mandingo se movió detrás de ella y colocó sus manos sobre sus hombros y le dijo:
«No, no querida, no hagas eso, nunca te cubras en esta casa y cuando te sientes siempre con las piernas abiertas, no está permitido que las cruces. Eres hermosa y estás muy buena, siéntete orgullosa de tu coño y resto del cuerpo. Ahora echemos un vistazo a ese hermoso cuerpo, saca esas lindas tetas ahí, muéstrame ese coño.»
Zorraida respiró hondo, arqueó la espalda y sacó pecho. A Mandingo le gustó lo que vio y dijo:
”Mmmm, me encantan tus tetas.”
Alzó los brazos de mi esposa para que sus tetas se levantaran bien y le preguntó:
“Zorraida, ¿qué talla tienes, 90-C?.»
«Sí, 90-C.» – asintió Zorraida.
Mandingo agarró sus tetas, las magreó y rodó sus pezones entre sus pulgares e índices, haciendo que se endurecieran, y dijo:
«Buenas tetas, todo natural sin siliconas. Me encantan tus grandes pezones marrones, solo mira como sobresalen”.
Le pasó la palma de la mano suavemente por los pezones mientras los masajeaba y sonrió al sentir que el corazón de Zorraida empezaba a latir más rápido. Movió la mano por su vientre y tocó su coño, lo que a Zorraida le provocó un escalofrío. Dándose cuenta, Mandingo le preguntó:
«Oh, sensible, ¿eh?. Y vello púbico negro y espeso. Puedo sentir que estás mojada y que tu coño pide guerra. ¿Has estado con un hombre negro antes?.»
Zorraida hizo una pausa, me miró con cara de interrogación y luego respondió:
«No he estado con chicos negros.»
Eso trajo una mirada perpleja al rostro de Cornelio, pero Furcia intervino:
«Zorraida, esa pelambrera tiene que desaparecer, para trabajar tienes que estar depilada. Todas mis chicas están sin vello y suaves.”
Furcia fue al baño y volvió con una palangana con agua, bote de espuma de afeitar y una cuchilla y ordenó a mi esposa que se tumbara sobre la cama y le rasuró el monte de venus, alrededor de sus labios vaginales, el perineo y el ano. Se lo dejó todo sin pelitos, le ordenó que se pusiera de pie y le dijo:
“Así es como debe estar el coño de una puta. ¿Te gusta?.”
Mi esposa respondió:
“No sé, me veo rara sin pelos ahí abajo, nunca me lo he llevado afeitado. Siendo obligatorio estar rasurada, importa poco si me gusta o no.”
Furcia asintió con la cabeza y Mandingo le indicó a Zorraida que se subiera a la cama:
«Está bien, recuéstate, agarra tus rodillas con tus manos y muéstranos tu coño.»
Zorraida asumió su posición, levantando sus caderas para exponer completamente su vagina y ano.
Mandingo se sentó a su lado y pasó su mano izquierda por el interior de su muslo derecho. Luego trazó la línea de la raja de su coño un par de veces antes de separar sus labios. Su humedad hizo un sonido de succión suave y audible mientras lo hacía.
Mandingo entregado en su labor de probar a Zorraida, dijo:
«Mmmm, está tan mojada. Y mira esos labios oscuros y pequeñitos y este clítoris del tamaño de un guisante. Es un coño bonito de casada, pero tendremos que mejorarlo para convertirlo en coño de puta. Usaremos succionadores y bombearemos esos labios para que crezcan y te pondremos pesas para que se estiren.»
Zorraida dejó escapar un suave gemido y flexionó sus músculos pélvicos mientras Mandingo le acariciaba el clítoris. Esto provocó una risa de Mandingo y dijo:
«Ostias, ese culo me está guiñando el ojo.»
Furcia le dio un codazo a Cornelio:
«Dejemos a estos dos solos un rato. Ven conmigo.»
Furcia llevó a Cornelio escaleras abajo hasta el bar donde presionó el número 20 del mando a distancia del televisor, lo que hizo aparecer la cámara en la habitación de Zorraida.
«Veamos a tu encantadora esposa ser follada.»
Cuando apareció la imagen, Cornelio vio que Mandingo se había desvestido y Zorraida estaba boca abajo en la cama chupándole la polla y masajeándole los testículos en su mano mientras él sostenía su cabeza. Era grande, tal vez de 18 centímetros y grueso, lo cual era sorprendente dado su físico esbelto.
Furcia me observaba de cerca y, sin previo aviso, metió la mano entre sus piernas y agarró su polla y exclamó:
«Joder, Cornelio, estás duro como una roca. Te está gustando esto, ¿no?.»
«Sí, no puedo evitarlo. Es excitante.» – asentí.
Furcia se rió y me dijo:
«Bueno, Cornelio, espera a que le coma el coño, ese hombre negro tiene una lengua que la encenderá. Seguro que la hará correrse y luego la follará bien con su polla negra. Te gustará.»
Observé atentamente mientras Zorraida chupaba la polla de Mandingo y me sorprendió mucho que pudiera meterse toda la longitud de esa polla dentro de su boca y garganta sin tener arcadas. Mandingo estaba disfrutando, agarrando su cabeza para evitar que Zorraida se sacara la polla de la boca. Ella tenía su escroto en la mano y colocó la mano izquierda sobre su pecho, guiándolo hacia la cama y sobre su espalda. Luego comenzó a usar sus tetas sobre él, trazando caminos hacia arriba y hacia abajo por su torso con sus pezones grandes y erectos, deteniéndose solo para volver la polla a su boca.
Ella estaba a cargo ahora y Mandingo estaba a su merced, pero eso cambió cuando él la agarró de las caderas y la movió para poder llegar a su coño con su boca. Cornelio y Furcia vieron como Mandingo enterraba su cara en su coño con su nariz en su culo y Zorraida gritó cuando él metió su lengua en ella. El grito se oyó perfectamente en el salón-bar, por el alto volumen del televisor. Esto llamó la atención de los dos chicos del bar.
Ambos se acercaron al televisor para ver qué pasaba y Furcia, señalando a los hombres, hizo las presentaciones:
Relato editado el 03/02/2025
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.