
Por
Anónimo
Historia de Incesto
Mi historia es corta: cuando tenia menos edad hablando conis heanos y amigos de escuela descubrí que si frotabai pilín para arriba y abajo se sentía bien, pasado algunos meses ya estaba adicto y siempre buscaba estímulos en revistas de Avon o fotos de mujeres en bikini por la tele, fue hace mucho, antes de todo el bum del Internet.
A los 13 mi madre me pidió de favor que pusiera la ropa de ella en la lavadora y cuando ella llegara la ponía a lavar, total lo hice sin mucho entusiasmo… Hasta que encontré sus panties sabían que estaban sucias pero su olor era algo increíble para mí, esa tela había estado pegada al la «empanada» de mi mamá, algunas tenían manchas blancas sabían un poco ácidas pero no pude aguantar y me masturbe ahí con sus tangas, desde ese día siempre esperaba con ansias que ella llegara del trabajo y se fuera a bañar solo para tener en mi poder sus tangas recién usadas y calientitas, me encantaba oler las y lamerlas. Hasta que ella las comenzó a lavar en el baño justo después de quitárselas pero lo bueno estaba por venir.
Antes de cumplir los 14, revisando cajones para encontrar alguna prenda de ella que pudiera utilizar para hacer lo que debía hacer, y entonces encontré oro y solo quería cobre. Un pilín de plástico, era blanco y grueso de cabeza rosada, las venas estaban bien resaltadas, jamás había visto nada igual, y pensaba si algún día lograría tenerlo así. Con ese descubrimiento todo cambio, esa cosa olía parecido a como olían las pantaletas de mi mamá, y bueno esa noche no pude dormir, justo en la madrugada la sentí cuando se levanto a orinar (aclaro que yo dormía en la misma cama con ella, por costumbre) de regreso al cuarto escuché como abría el cajón donde estaba su tesorito, regreso a la cama y me dió la espalda, pasaron unos minutos y entonces cenze a escuchar unos pequeños gemidos ahogados, y luego escuché como se abría su vagina al meterse aquella cosa, los movimientos eran mínimos, pero los sentía a la perfección…
Quieren segunda parte?
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