Por

abril 1, 2017

4562 Vistas

abril 1, 2017

4562 Vistas

El mejor mes de mi vida.

0
(0)

Erika 01 – El mejor mes de mi vida.  

 

Hola, después de muchos años de leer los relatos e historias de otras chicas travestis de closet, me he animado finalmente a escribir los míos, para así compartir con todos mis propias experiencias. Había pensado iniciar como hacen la mayoría de las chicas, contando mis primeras experiencias, pero al final he decidido escribir sobre lo que, para mí, fue la mejor época de mi vida, hace ya bastantes años. Así que, de momento, sobre mis inicios me limitaré a decir que  como muchas otras travestis de closet empecé a vestirme desde muy temprana edad, desde los 7 años de edad, y que mi primera experiencia sexual fue muy temprano, empezando mi adolescencia, obviamente vestida de mujer y con un chico varios años mayor; pero eso es una historia que les contaré otro día.

 

Hoy quiero contarles sobre algo que me pasó cuando estaba en la universidad, y tenía unos 21 años. Es un relato algo largo, ya que quise recordar todos los detalles de lo que pasó, pero les aseguro que vale la pena. Bueno, en esa época compartía un pequeño apartamento de dos habitaciones con una compañera de estudios, con la que éramos muy buenos amigos. Ella no sabía de mis gustos (aunque creo que sospechaba algo) ya que aunque seguía vistiéndome de mujer, lo hacía en secreto, cuando ella no estaba en casa, y nunca me atrevía que nadie me viera así. Por esa razón, también llevaba bastante tiempo sin estar con un hombre, y aunque entraba muy seguido chats de travestis, y tenía muchos contactos que me hacían proposiciones, al final no me animaba a estar con nadie, por miedo.

 

Ella era todo lo contrario a mí, era una mujer joven, un par de años menor que yo, bonita y muy sensual, a la que le encantaban los hombres y cambiaba muy seguido de novio. Obviamente, ella tenía ropa muy sexy, y los mejores momentos de mi vida eran aquellos en los que ella se iba a visitar a su madre, que vivía en un pueblo cercano, y me dejaba solo durante varios  días en el apartamento, con toda su ropa y maquillaje a mi disposición. Yo tenía unas pocas cosas mías, que usaba cuando estaba en mi cuarto, pero ella tenía muchísima ropa, y era un placer enorme poder probármela toda, e incluso poder usar algunos de sus juguetes sexuales, como su vibrador, con el que tenía largas jornadas de placer anal.

 

Yo, aunque era delgado y de apariencia un tanto delicada, era muy serio y varonil en mi forma de ser, así que todo el mundo pensaba que era un hombre “normal”, e incluso tenía alguna que otra novia ocasional en la Universidad. A pesar de todo, no se me quitaban las ganas de sentirme mujer, y muchas veces había planeado traer un hombre al apartamento cuando mi amiga no estuviera, pero al final nunca me atrevía, porque no lograba confiar lo suficiente en ninguno de los que conocía por FB como para invitarlo a venir, así que los únicos hombres que venían al apartamento eran los amantes y novios de Raquel (así se llamaba mi amiga), con los que yo casi no cruzaba palabra, más allá del saludo.

 

Con el tiempo, en uno de sus muchos cambios de novio me presentó a un muchacho llamado Esteban. Era un chico muy guapo, de mi edad, pero más alto, de cuerpo atlético y de apariencia muy varonil, de esos que hacen suspirar a todas las chicas. Su único defecto era que a ratos era un poco tonto, pero eso le daba incluso más encanto. Yo me sentía mucha atracción por él, pero intentaba disimularla y le hablaba muy poco. Sin embargo, él era un tipo muy agradable, y me buscaba conversación cada vez que venía a visitar, por lo que terminamos llevándonos bastante bien.

 

Las cosas se complicaron un poco con el paso del tiempo, ya que cuando Jorge estaba algo tomado su comportamiento hacia mi cambiaba, y se ponía más amable e incluso afectuoso, al punto en que Raquel hacía bromas sobre el asunto cuando él no estaba, y me decía con burla que su mejor amigo iba a quitarle el novio, o me lo recomendaba, diciéndome que era muy buen amante. Yo me lo tomaba con calma y me reía de sus bromas, para disimular, pero la verdad es que estaba empezando a preocuparme cada vez más por el asunto, sobre todo porque, una noche Jorge había llegado muy tomado buscando a mi amiga, y cuando le dije que ella no estaba había intentado besarme. A pesar de todo, cuando estaba sobrio Jorge no me hacía ningún comentario ni intentaba nada, por lo cual yo prefería evitar hablarle del asunto.  

 

Con el tiempo Raquel nuevamente cambió de novio, pero Jorge seguía siendo su amante ocasional, y por consiguiente todavía venía al apartamento de vez en cuando, y yo empecé a fantasear en tener algo con él, ahora que ya no estaba formalmente con mi amiga, además que yo cada vez tenía mayor seguridad de que estaba interesado por mí, aunque fuera un poco. A diario imaginaba estrategias para “seducirlo”, aunque seguía sin reunir valor suficiente para intentar algo. Pero todo eso cambio finalmente, cuando llegaron las vacaciones de mitad de año.

 

Como había dicho al principio, Raquel regresaba a su casa cada vez que podía; pero yo prefería quedarme en el apartamento en vacaciones (por obvias razones), y sólo iba a mi casa para las fiestas de diciembre. Así que las vacaciones de mitad de año representaban más de un mes con el apartamento sólo para mí, con casi toda la ropa de Raquel, ya que tenía mucha, y sólo se llevaba una pequeña parte. Jorge, por su parte, era de la ciudad donde estudiábamos, así que no se iba a para ningún lado y personalmente tenía la seguridad de que tarde o temprano iba a aparecer por el apartamento, aunque fuera por aburrimiento.

 

Y así fue. Habían pasado sólo un par de días desde la partida de Raquel, cuando Jorge pasó a visitar. Yo en ese momento estaba vestida con la ropa de Raquel, pero por suerte no estaba maquillada, así que pude cambiarme rápidamente y salir como hombre, ya que primero quería confirmar un poco sus intenciones, antes de atreverme a intentar algo con él. Hablamos durante un buen rato, y al final me preguntó que si podía seguir pasando a visitarme, con la excusa de que se aburría mucho ahora que casi todo el mundo se había ido de vacaciones. Yo le dije que sí, pero que me avisara antes de venir, para no ir a salir y que encontrara el apartamento solo. Eso obviamente era mentira, ya que casi no pensaba salir del apartamento en todas las vacaciones, pero no quería que me encontrara vestida de nena antes de tiempo.

 

Así estuvo viniendo cada dos días durante una semana, para hablar, ver películas y jugar videojuegos, hasta que me sentí segura de sus intenciones, y decidí avanzar con la siguiente parte de mi plan. Era un viernes por la tarde y esta vez lo estaba esperando con varias cervezas en la nevera. Cuando llegó empezamos a hablar, y lo convide a tomarse algo. Obviamente, con las cervezas se fue volviendo más afectuoso y abierto, hasta que intentó volver a besarme en un momento de descuido. Yo lo detuve, pero con suavidad, y le pregunté qué porque lo hacía, a lo que él me respondió:

 

     -La verdad, siempre me he sentido muy atraído por los hombres de apariencia femenina –me dijo, sonrojándose un poco-. No me mal entiendas, sé que tú no ere gay, pero tu apariencia delgada y delicada me gusta mucho, y tienes una piel muy suave, como de chica… y cuando estoy tomado pierdo el control, y no puedo evitar intentar algo contigo.

 

Eso era justamente lo que yo esperaba oír, y me sentí muy feliz en ese momento; tenía muchas ganas de besarlo; pero intenté controlarme por un instante más.

 

     -No te preocupes –le respondí-. Eso es bastante normal. A casi todos los hombres les pasa lo mismo; pero les da vergüenza aceptarlo.

 

     -¿De verdad? ¿A ti también te atraen los hombres de apariencia afeminada?

 

    -Pues… Jorge… la verdad… A mí lo que me gusta son los hombres de apariencia varonil, así como tú –y lo besé brevemente.

 

    El quedó muy sorprendido, y trato de seguirme besando, pero volví a detenerlo, aunque esta vez con algo de coquetería.   

 

      -No –le dije-, así no. Siempre he querido algo especial para mi primera vez con un hombre. Vete y vuelve en un par de horas, te prometo que pasaremos un muy buen momento.

 

     -Está bien –respondió Jorge-, pero no me vayas a dejar con las ganas. ¿En serio sería tu primera vez?

 

Obviamente yo había estado antes con otros hombres, pero había pasado mucho tiempo desde la última vez (varios años), además, sabía que si Jorge pensaba que era mi primera experiencia con otros hombre se sentiría más seguro, y más atraído por mí.

 

     -Sí, así que toca que me trates suave. Pero vete de una vez, tengo mucho por hacer. Te prometo que si vuelves en dos horas no te vas a arrepentir.

 

Él estaba bastante emocionado, así que aceptó sin discutir mucho. En la puerta lo despedí con un beso apasionado, y apenas se fue me puse manos a la obra. Yo me depilaba con frecuencia y cuidaba mucho mi piel, pero quería estar perfecta para él. Así que empecé por darme un buen baño, con jabón humectante, y volver depilarme, también me hice un lavado anal, porque estaba dispuesta a todo. Al salir del baño me unté toda la piel con crema suavizante, y después me puse un poquito de perfume con notas de vainilla que me parecía súper femenino.

 

Entonces pasé a vestirme. Ya tenía escogida la ropa desde hace varios días: un conjunto de ropa interior rosada de encaje, muy sexy y delicado, una blusa blanca sin mangas, ajustada y semi-trasparente, que hacía que se me alcanzara a notar el brassiere rosado que llevaba por debajo, y una minifalda rosada no tan ajustada, pero que me resaltaba la figura de las caderas y del trasero. Había pensado en ponerme unas medias y un ligero, pero el comentario de Jorge sobre la suavidad de mi piel hizo que al final prefiriera no ponérmelas, para que pudiera acariciar directamente mis piernas. Como había mencionado, era de cuerpo delgado, pero estaba bien formada (siempre me he sentido orgullosa de mis piernas y mi trasero), así que la ropa se me veía bastante bien. Además, como no soy muy alta (sólo mido 1.68mts), lograba una apariencia bastante femenina. 

 

Luego pasé a maquillarme. Soy de piel trigueña y ojos cafés claros, pero mi rostro no es tan femenino como yo quisiera; sin embargo, tengo buenos labios gruesos, de chica, que se me ven muy bien cuando les pongo lapiz labial. Así que use el maquillaje para suavizar un poco mis rasgos y hacerlos parecer más delicados, y para resaltar mis ojos. De todos modos, no quería maquillarme mucho, ya que lo que buscaba era una apariencia natural, de chica normal, y no de algo más sexual (eso sería más adelante). Quería que me viera como una chica más que acaba de conocer en la universidad. Por último me puse una peluca que había comprado el año anterior con la excusa del Halloween, era negra y corta, me llegaba hasta el mentón, por lo cual encajaba muy bien con mi color de piel y la forma de mi cara, y unas zapatillas cerradas, también rosadas, con tacones de 7 cm.

 

Cuando terminé de arreglarme faltaban sólo 10 minutos para que pasara el plazo de 2 horas, así que me senté en la sala a esperar a Jorge. Estaba muy nerviosa, pero me sentía de maravilla con mi apariencia, y me encantaba lo bien que me veía cuando me miraba al espejo, sentía que realmente podía pasar por una chica guapa de mi edad. Sin embargo, tenía miedo de que Jorge no llegara y me dejara vestida y alborotada, como decimos en mi pueblo, algo que ya me había pasado una vez con otro chico. Sin embargo, mis temores fueron injustificados, ya que sólo 5 minutos después de terminar de arrelglarme Jorge me llamó al celular, para decirme que ya estaba afuera del edificio, a lo que le respondí que subiera de inmediato.

 

Dos minutos después llegó al apartamento, y yo le abrí de tal forma en que no me viera al entrar, ocultándome detrás de la puerta. Cuando entró cerré, y entonces dejé que me viera como estaba vestida. Me sentí totalmente feliz al ver su cara, mezcla de asombro y admiración. Y sin darle tiempo a decir nada lo abracé y lo besé apasionadamente. El respondió de inmediato a mi beso, y me abrazó con mucha fuerza por la cintura. Estuvimos unos cuantos minutos así, besándonos, y luego nos separamos.

 

     -¡Guau! Te vez increíble -me dijo comiéndome con la mirada-, casi no te reconozco. Te ves como toda una mujer… -Estuvo a punto de llamarme por mi nombre de hombre; pero por suerte se arrepintió y me preguntó: Oye… ¿Cómo debo llamarte?

 

     -Erika –le dije poniendo la voz más femenina que pude-, cuando estoy así me siento totalmente mujer, y me llamó Erika. 

 

     -Entonces sí te habías vestido antes.

 

     -Sí, me gusta vestirme de mujer en secreto, pero nadie lo sabe –le dije intentando aparentar estar avergonzada, para seguir con mi juego de la inocencia, aunque la verdad sí estaba un poco nerviosa-. Tú eres el primero que me ve así, por favor no le digas a nadie.

 

     -No te preocupes, será nuestro secreto. –y volvió a besarme con mucha pasión.

 

Después de un instante volví a separarme, y lo tome de la mano para llevarlo al sofá. Me senté a su lado y serví un par de copas de vino que había dejado listas en la mesa de centro.

 

    -Para tranquilizarnos un poco –le dije con una sonrisa.

 

    -¿Estas nerviosa Erika?

 

    -Sí, un poco -y está vez decía la verdad, empezaba a sentir miedo al darme cuenta de lo lejos que había llegado-. Pero no te preocupes, con el vino se me pasará.

 

Conversamos durante un rato, besándonos de tanto en tanto, y gracias al vino, y que me trataba realmente como una mujer, empecé a desinhibirme. Poco a poco fue subiendo la temperatura y los besos eran cada vez más apasionados, mientras sus manos acariciaban mis piernas cada vez con más ganas. Yo miraba de reojo y podía ver el bulto en su pantalón, cada vez más grande, y me sentía dispuesta a todo. Finalmente me dejé llevar y puse mi mano sobre  bulto, y empecé a frotárselo con ganas, el suspiro de placer, y empezó a meter cada vez más su lengua en mi boca.

 

Había intentado hacer las cosas con calma, porque no quería pasar por puta regalada (al menos no todavía); pero en ese momento dejó de importarme el qué dirán. Si dejar de besarlo desabroché su pantalón y saqué un delicioso pedazo de carne caliente y dura. No era enorme, pero sí lo suficientemente grande (unos 16 o 17 cm) como para impresionarme, además era grueso, y estaba duro como una piedra. Lo pajeaba suavemente mientras nos besábamos, hasta que él se me dijo suavemente al oído:

 

     -No seas mala mamacita, y chúpamelo de una vez.

 

    -Si papi, lo que tú quieras.

Siempre me ha parecido un tanto de mal gusto esas parejas que se hablan de “papi” y de “mami”, pero en ese momento me encantó como sonaban las palabras. Me hacían sentir que era su hembra y que él era mi macho. Así que me doble un poco, (seguía sentada a su lado en el sofá) y me llevé su rica verga a la boca. Me encantó volver a sentir el sabor de una verga, y me dejé llevar por la excitación. Empecé besándola y lamiéndosela, para luego empezar a chuparle sólo la cabeza e ir tragándomela poco a poco.

 

Después de un rato me bajé del sofá y me arrodillé frente a él, para poder chupársela con más comodidad, y poder tragármela toda. Si bien no son muchos los hombres que han pasado por mi vida, los que he tenido me han puesto a chupar bastante verga, y gracias a eso creo que lo hago bastante bien, ya que soy capaz de metérmela toda hasta la garganta. Él estaba fascinado con mis mamadas profundas, podía oír sus suspiros y su respiración agitada, y me agarraba la cabeza para que se la chupara bien duro. Seguí chupándoselo un buen rato, parando a momentos para chuparle también los testículos, y de repente me lo metió en la boca con fuerza, y pude sentir como llenaba mi boca con su semen. Me lo tragué todo con gusto, esforzándome porque no se perdiera nada y dejarlo bien limpio.

 

    -Uff… Esa es la mejor mamada que me han dado en la vida, tienes una garganta profunda. No te creo que el mío seas el primer pene que chupas.

 

    -Sí, si lo es –dije fingiéndome un poco indignada, para seguir con mi mentira de que era novata-. Es que he practicado mucho con el consolador, fantaseando con el momento de hacerlo con un pene de verdad.

 

    -No sé si creerte, pero igual no me importa… Oye… ¿y qué otras cosas has hecho con el consolador?

 

    -Muchas cosas malas… Soy una chica muy traviesa –dije sin poder evitar sonrojarme un poco-. ¿Quieres averiguar?

 

    -Claro mami. Hoy te voy a quitar esa virginidad anal, si es que es verdad que todavía eres virgen.

 

Como respuesta me levanté del piso y volví al sofá, pero esta vez no me senté sino que me puse a cuatro patas, con mi trasero hacia él, levantándome un poco la falda. Él se acercó y terminó de levantarla, y pude sentir sus manos acariciar mis nalgas.

 

    -Que rico trasero tienes mami, ¿me lo das?

 

    -Es todo tuyo papi, para que hagas lo que quieras. Pero antes tienes que hacer algo por mí…

 

    -¿Qué?

 

  -Méteme la lengua en mi rajita. Quiero que me hagas sexo oral como si fuera una mujer.

 

  -Claro mamacita, igual te lo pensaba hacer.

 

Y sin decir más pude sentir como me bajaba la tanga rosada de encaje y metía su cara entre mis nalgas. Un instante después empezó a lamer mi agujerito, y luego empezó a meter su lengua en mi ano. Yo me sentía en el cielo, totalmente loca de placer. Unos minutos después saco su lengua y empezó a meterme un dedo, mientras me decía:

 

    -Que culito más rico tienes mamacita, todo caliente y apretadito. Es mejor que cualquier chocha que me haya comido, me muero de ganas de rompértelo.

 

Yo estiré una mano, para coger un pequeño tarro de lubricante que había guardado en un bolso de mujer rosado, que hacía juego con mi ropa, que había puesto en la mesa al lado del sofá, y se lo pasé diciéndole:

 

    -Ya no me aguanto más papi, métemelo todo. 

 

Me untó el lubricante con el mismo dedo que me había estado metiendo, y luego se aplicó un poco en la cabeza de su verga. Luego la apoyó contra mi agujerito, y empezó a presionar lentamente, pero con firmeza. Yo me “consolaba” con regularidad, así que no esperaba que tuviera problemas para entrar, sin embargo, su verga era más gruesa que consolador, y al principio dio un poco de pelea, él aumentó la fuerza para poder penetrarme y de repente, para sorpresa de ambos, mi ano cedió y él la metió toda de un solo golpe dentro de mi culito. Yo no pude evitar un grito, mezcla de dolor y de placer, y se me llenaron los ojos de lágrimas.

 

    -Lo siento mami, fue sin querer. ¿Quieres que te la saque?

 

   -No –le dije con la voz entrecortada-, no la saques.

 

   -¿No te duele?

 

    -Sí papi, me duele; pero me gusta. Yo sé que la primera vez duele, pero quiero que me hagas tu mujer.

 

    -Si mamacita –dijo él muy excitado, al parecer por fin creyéndose la mentira de que era mi primera vez-,  te voy a hacer mía, totalmente mía.

 

Empezó a meterla y sacarla, primero lentamente, pero luego cada vez más fuerte y más rápido. Al final me daba tan duro que podía oír el sonido de su entrepierna al chocar contra mis nalgas, y podría sentir el golpeteo de sus bolas contra mí. Por mi parte, pronto pude oírme suspirando y gimiendo de placer, poniendo mi mejor voz de nena para excitarlo aún más. No me esforcé en cambiar de posición durante todo el rato, sino que simplemente me limite a subir mis nalgas y a pegar mi cara contra el sofá, para darle un mejor ángulo de penetración.

 

Sabía que tendría otras oportunidades para probar de todo con él, y de momento era feliz de sentir sus manos agarrando firmemente mi cintura mientras su miembro duro entraba  con fuerza dentro de mí, una y otra vez. Volvía a sentirme mujer por completo, después de tantos años, y eso era lo único que importaba. Después de unos 10 o 15 minutos de placer anal, empezó a temblar, y pude sentir como llenaba mi culito de semen. Eso fue suficiente para mí, y por primera vez en mucho tiempo pude tener un orgasmo completamente anal, sin haberme tocado mi pene ni una sola vez, manchando mi hermosa falda rosada con mi propio semen.

 

Se quedó unos instantes dentro de mí, mientras terminaba de venirse. Y luego lo sacó lentamente, para volver a sentarse en el sofá. Yo saque de mi bolso un pañuelo y me lo puse en la boca del ano, para que el semen al salir no ensuciara el sofá, y me senté a su lado. Busqué su boca para besarlo, con algo de miedo a que me rechazara ahora que ya había pasado la lujuria, y para mi felicidad volvió a besarme con la misma pasión y ternura que lo había hecho al principio, luego me miró con amor, y me dijo:

 

    -Mami, yo he tenido muchas mujeres, pero tú eres la mejor. ¿Quieres ser mi novia?

 

   -Si papi, quiero ser tu novia, tu amante, quiero ser todo para ti. Y quiero que tú seas mi hombre, mi dueño, y que me hagas tuya cada vez que se te antoje.

 

   -Dame unos minutos para reponerme mamacita, y te prometo que te hago ver estrellas otra vez.

 

     -No te preocupes, descansa un poco. No hay afán, soy toda tuya y tenemos toda la noche por delante, por no decir todo el mes, además te tengo preparada otra sorpresa para dentro de un rato…

 

CONTINUARA…

 

Nota: espero que les haya gustado mi historia, luego les cuento que pasó más tarde esa misma noche, y durante todo ese mes de felicidad, y si les gustan mis relatos, puede que les cuente mis otras experiencias, incluyendo mi primera vez. Esta historia es real, aunque fue hace bastante tiempo, ya más de una década (ahora tengo 33 años), y uno tiende a embellecer un poco los recuerdos con el paso de los años. Espero sus preguntas y comentarios. 

 

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

3 respuestas

  1. haldewh

    Meеt aroused lovers with hаrd bоners – http://gay.analsex4.fun

  2. haldewh

    Listо parа follar cоn un «оsо» calientе esta nоche? – http://gay.analsex4.fun

  3. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

Mi inicio y final

anonimo

05/01/2017

Mi inicio y final

Extraña historia

anonimo

15/01/2017

Extraña historia

Negocio de familia

anonimo

30/08/2018

Negocio de familia
Scroll al inicio