Esta historia me la ha contado un amigo que ha viajado mucho por América del Sur, en algunas comunidades hay ciertas costumbres o hábitos que n son usuales en las grandes cuidades. 

Mi amigo viajo a una comunidad que se encontraba en la base de una montaña. La comunidad era bastante reducida. Las familias estaban compuestas por  muchos miembros. Así fue que me relató que una joven de unos 19 años, llamada Marisol, con quien tenía una relación amorosa, le comentó que su iniciación sexual fue cuando el dijo a la madre que le había llegado su período. 

La madre le compró ropa interior, unas pollera y una tolerita muy pequeña y calada, que dejaba notar su ropa interior. 

Le dijo que iban a ir a la casa de los abuelos. Marisol dijo que si y preguntó cuándo iba a ocurrir eso. La madre le respondió que en el día de mañana. 

Al otro día fueron madre e hija a la casa de los abuelos, que eran los padres de la madre de Marisol. Llegaron, las recibió la abuela, y las condujo a la habitación principal de la casa, allí estaba el abuelo, un hombre robusto, de piel morena, alto, solo llevaba puesto un pequeño slip color blanco, que marcaba su gran bulto. Estaba sentado en una poltrona. Observando la situación sin decir nada. 

La madre de Marisol le dijo que se quietara la ropa. Marisol comenzó a sacarse la ropa hasta quedar en bombacha y corpiño. La madre la incitó a que se quitara toda la ropa. Marisol quedó totalmente desnuda, con sus pequeñas tetitas, su conchita con un incipiente vello y con unas hermosas y redondedadas nalgas, aunque relativamente pequeñas. 

El abulo se paró, se sacó el slip, y acariciandose el miembro ya casi erecto llegó hasta la joven, le dijo que metiera su verga en la boca, Marisol, se la intrudujo y empezó a lamerla. En ese instanto el abuelo le dijo a su esposa y a su hija que se retiraran dela habitación.

El abuelo le pidió que lamiera sus bolas, luego comenzó a besarla en la boca y en el cuello, hasta llegar a sus pequeños pezones, que se erectaron rápidamente, Marisol, sintió una cosquilla en su vulva, cuando su abuelo metió un dedo dentro de ella, al tiempo que introducía otro dedo en su pequeño agujero anal. 

Luego bajó y comenzó a chupar la conchita de su nieta, la dio vuelta, la puso boca abajo en la cama, abrió sus nalgas y lamió el agujero del culo de la joven, que se estremcía totalmente ante cada una de las cosas que su abuelo le hacía. 

Hasta que ellegó el momento cumbre, la enorme verga de su abuelo se introdujo lentamente en la conchita de su nieta, primero la cabeza y luego, despaciosamente, toda la pija entera. 

Llevaron a cabo distintas posiciones hasta que el hombre derramó todo su semen en el interior de Marisol, que ya había acabado varias veces durante la relación. Confesión que más tarde hizo a su madre cuando regresaban para su hogar. 

El abuelo llamó a su mujer, la abuela de la joven llegó rápidamente, mientras su marido yacía plácidamente en la cama aún con su pija parada, la abuela llevó a Marisol al baño para que se aseara. 

Luego, la llevó con su madre y le dijo que ya había pasado todo. 

Esta y otras tantas historias me ha contado mi amido Roberto, que todavía continúa viviendo por aquellos lares y solo de vez en vez vuelve a la ciudad para visitar a sus parientes y encontrarse conmigo a tomar un café como buenos y viejos amigos.

Prometo que en otra ocasión le contaré otro de sus relatos.